Pues vamos a resolverte esta duda. El domingo tocará retrasar el reloj una hora, por lo que, efectivamente, a las 3 serán las dos y ganaremos una hora de sueño (o de fiesta, todo depende de los planes que tengas).

Eso sí, no todo serán alegrías. Aunque nada que ver con el jet lag, estas modificaciones afectarán a nuestro descanso. ¿Por qué? Porque todos sufriremos alguna alteración en nuestro ritmo circadiano, el responsable de regular los cambios físicos y mentales que experimentamos en un día y que responden, sobre todo, a la luz y a la oscuridad.

Así, el cambio de hora produce un pequeño desajuste, ya que modificar este ciclo puede provocar irritabilidad, somnolencia, falta de apetito o un menor rendimiento intelectual.

Además, durante los meses más fríos nos activamos con mayor sopor, algo que no se debe solo al cambio de hora, la carga de trabajo o al cansancio acumulado, tiene mucho que ver también con que no nos levantamos de la manera correcta.

CLAVES PARA DORMIR MÁS Y MEJOR

Lo mejor es establecer unos horarios fijos para dormir, ya que las rutinas siempre ayudan. Si eres un amante de las siestas evita que sean largas, tampoco cenes mucha cantidad o te vayas a dormir nada más terminar de comer. ¿Bebes café? Síguelo haciendo, pero no horas antes de ir a dormir ni muchas tazas (se recomiendan máximo tres al día).

Hacer ejercicio es bueno, pero no justo antes de dormir, porque te excitará de más. Y, por último, y lo más difícil de cumplir: abandona cualquier aparato electrónico una media hora antes de dormir. Conciliar el sueño viendo la tele o con el móvil o la tablet en la mano no es bueno.

La forma en la que te levantes también marcará la diferencia. Hacerlo con la alarma del móvil, por muy bonita que sea la canción que tengas puesta, es un error. Al igual que hacerlo con el sobresalto de una radio o cualquier sonido parecido. Lo mejor es despertarse por culpa de (o gracias a) la luz del día. Algo complicado en el país de las persianas y de las habitaciones cerradas a cal y canto para dormir.

Y por eso mismo, en verano, cuando la luz es más intensa que en invierno, nos sentimos más enérgicos. La luz natural funciona como un interruptor en nuestro cuerpo, que incide sobre nuestro ritmo circadiano y le da la orden de ponerse en marcha al cortar la secreción de la hormona melatonina (la hormona del sueño).